lunes, 26 de mayo de 2008

El cerebro se apaga y enciende sin parar cuando falta el sueño

Haber pasado una noche sin dormir es suficiente para que el cerebro se haga inestable y comience a ser propenso a sufrir 'apagones' similares a los de la red eléctrica: breves episodios que hacen que la cabeza oscile entre la plena conciencia y el sueño.

Es la conclusión -poco sorprendente para cualquiera que haya haya trasnochado alguna vez a la que han llegado investigadores estadounidenses.
El trabajo de los científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pensilvania, en EEUU, ha consistido en utilizar la resonancia magnética funcional para observar cómo se comportaba el cerebro de los participantes en el estudio cuando habían descansado bien, y qué diferencias de funcionamiento había respecto a aquellos días en los que no habían podido dormir ni un solo minuto.

Como un árbol de navidad:

Y comprobaron que en el segundo caso, los estados son alternativos y cambian entre sí continuamente. "Imagínate que estás sentado en una habitación viendo una película, con las luces encendidas. En un cerebro estable, esas luces están conectadas durante todo el tiempo. En un cerebro con sueño las luces, de repente, se apagan", afirma David Dinges, que encabeza el estudio publicado en Journal of Neuroscience.

Los resultados del estudio muestran que cuando los 24 voluntarios eran sometidos a privación total de sueño durante un día, algunas regiones del mapa de su cerebro dejaban de 'iluminarse' de pronto, para volver a funcionar un poco más tarde. O en otras palabras: un cerebro somnoliento alterna periodos en los que funciona a pleno rendimiento con otros en los que la atención y el procesamiento de las imágenes que recibe cae súbitamente.

lunes, 19 de mayo de 2008

El Sahara se secó de forma gradual, no abruptamente

Según una nueva investigación, la transformación del Sahara de ser una pradera tropical al desierto que es hoy fue un proceso lento que duró miles de años. Las conclusiones contradicen trabajos anteriores que indicaban que el cambio de un Sahara «verde» a un Sahara «árido» fue un proceso rápido de apenas unos siglos.

Hace aproximadamente 14.800 años, el Sahara se convirtió en una gran pradera tropical llena de lagos gracias a una intensificación del monzón. Los análisis de sedimentos marinos hallados en la costa occidental del Sahara parecían indicar que éste se había secado de forma bastante repentina hace unos 5.500 años. Este cambio abrupto en el medio ambiente se atribuyó a la conjunción de los patrones de precipitación y cambios en la vegetación.

En este estudio reciente, un equipo internacional de científicos dirigido por el Dr. Stefan Kröpelin, de la Universidad de Colonia (Alemania), estudió sedimentos del Lago Yoa, situado en el norte del Chad. A diferencia de muchos otros lagos de la región, el Lago Yoa nunca ha llegado a secarse, ya que se alimenta de un acuífero subterráneo. Durante los últimos 6.000 años, todos los veranos e inviernos se deposita una capa de sedimentos en el fondo del lago.

Estudiando la composición geoquímica de dichos sedimentos, así como los restos de plantas y animales encontrados en éstos, los científicos pudieron reconstruir con gran detalle la evolución del Sahara durante los últimos 6.000 años. Las conclusiones de este estudio se han publicado en la última edición de la revista Science.

Los resultados muestran que el Sahara se secó gradualmente durante un período comprendido entre hace 5.600 y 2.700 años, lo cual se debió a la pérdida paulatina de fuerza del monzón. Al disminuir la cantidad de precipitaciones, los árboles y plantas de la pradera tropical desaparecieron y fueron sustituidos por la vegetación típica del Sahel. Al final desapareció también la cubierta herbosa y empezaron a surgir plantas capaces de sobrevivir al clima desértico.

Los hallazgos de este estudio son importantes, ya que hasta ahora el caso del Sahara se había presentado como un ejemplo de la rapidez con la que pueden cambiar los entornos naturales si se alcanzan ciertos puntos de inflexión. Además, los científicos hacen hincapié en que disponer de datos sobre la velocidad de dichos cambios es crucial para comprender la interacción entre los climas tropicales y de latitud media.

viernes, 16 de mayo de 2008

de 140 años

Los astrónomos descubren la supernova más joven de la Vía Láctea

Un grupo de astrónomos ha descubierto la supernova más joven de la Vía Láctea, de solo 140 años y a la que se estaba siguiendo la pista desde hacía más de dos décadas, según dieron a conocer en conferencia de prensa.
FUENTE: LA FLECHA, AGENCIAS
Hasta ahora, la supernova más reciente que tenían identificada databa de 1680, según los estudios sobre la expansión de los restos de Casiopea A.
El descubrimiento, que se ha estado investigando desde 1985, ayudará a determinar con mayor exactitud la frecuencia con la que las supernovas explotan en la Galaxia.

La supernova descubierta, indicaron los científicos, no había sido vista en estos 140 años porque explotó cerca del centro de la Galaxia y quedó incrustada en un denso campo de gas y polvo.
Esto la hacía tres millones de veces más imperceptible que si hubiera estado en la oscuridad, pero gracias a los nuevos sistemas de rayos X y a las ondas de radio que se utilizan consiguieron penetrar en ella fácilmente.

Este descubrimiento ha sido posible gracias al Telescopio Chandra de la NASA y el Observatorio Nacional de Radio Astronomía (NRAO, por sus siglas en inglés). Los astrónomos calculan que cada siglo unas tres supernovas pueden explotar en la Vía Láctea, aunque esas previsiones tienen un amplio margen de error.

La supernova es una explosión estelar que produce objetos muy brillantes en la esfera celeste y suelen aparecen donde antes no se observaba nada. Este descubrimiento es fundamental para calcular con mayor precisión la edad de las supernovas de nuestra galaxia.

sábado, 10 de mayo de 2008

Los ciclones soplan con mayor violencia por el cambio climático

Aunque el número permanece estable, su potencia aumenta. En los últimos 30 años, son más comunes ciclones de categoría 4 y 5. La devastación sembrada por "Nargis" en Birmania, así como "Katrina", "Rita" y "Wilma"en 2005 han suscitado la preocupación de los expertos.
FUENTE: AFP


Los expertos siguen divididos sobre los vínculos entre el cambio climático y los ciclones, cuyo número permanece estable pero su virulencia aumenta, como lo demuestra la devastación sembrada por el "Nargis" a su paso por Birmania, donde fallecieron al menos 80.000 personas.
"Hay una media de 80 tormentas tropicales o ciclones cada año en el mundo y no parece que su número aumente", explica Frederic Nathan, del Instituto Meteorológico de Francia (Meteo-France).

En el norte del océano Indico, estos fenómenos extremos golpean por lo general cinco veces al año, indistintamente al inicio de la temporada de ciclones, como el "Nargis", o al final, como el "Sidr", que azotó Bangladesh en noviembre de 2007, dejando al menos 4.400 muertos.
"Pero, desde hace una treintena de años, constatamos un aumento del número de ciclones de categorías 4 y 5, acompañados de vientos que soplan a más de 200 km/h. Por lo tanto, hay un incremento global de la intensidad", señala Nathan.

Así, los huracanes de categorías más fuertes - 4 y 5 - se doblaron entre los años 70 y el periodo 1990-2004: de 50 a 90 por lustro, según datos del Instituto de Tecnología de Georgia, en Atlanta (Estados Unidos).

El profesor Kerry Emanuel, del Instituto de Tecnología de Massachusetts, asegura igualmente que la potencia de los ciclones se ha prácticamente doblado desde los años 50.
Según el último informe del Grupo Intergubernamental para el Cambio Climático (GICC), publicado en 2007, "cabe esperar no sólo más ciclones, sino también de una intensidad superior".
El director de investigación del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) de Francia y experto del GICC, Hervé Le Treut, precisa no obstante que esta observación se basa en estudios en general realizados en el Atlántico y no tanto en el Indico.

"No es sino a largo plazo que podremos determinar si un acontecimiento está asociado a una verdadera tendencia: la meteorología se basa en el azar, pero el clima está constituido por leyes definidas de estadística sobre un periodo de unos 30 años", destaca Le Treut.

Además, "no tenemos sistemas de observación ni datos completos o perfectos sobre todos los océanos del mundo. Y sobre todo nos falta perspectiva sobre lo que pasó antes de la era de los satélites", apostilla.

La comunidad científica permanece dividida: "El problema reside en que los datos de los que disponemos de los últimos 30 años no son suficientemente fiables para que podamos deducir una tendencia local", subraya Adam Lea, del Benfield University College de Londres.
"Sigue siendo muy difícil adivinar el futuro", reconoce.

"Katrina", "Rita", "Wilma": la intensa temporada de ciclones de 2005 - más de una quincena registrados en el Atlántico norte-, e incluso en 2004 - una decena de tifones en Japón y cuatro huracanes en Florida -, han suscitado empero preocupación entre los expertos.

El monto de los daños que provocan estos fenómenos también se ha disparado.

Para el "Katrina", que llegó a las costas de Luisiana y Mississipi el 29 de agosto de 2005 y sumergió Nueva Orleans dejando cerca de 1.500 muertos, el costo se elevó a 125.000 millones de dólares.

Según la Organización Meteorológica Mundial, estos montos astronómicos se deben "en gran medida" al crecimiento de las poblaciones costeras, al elevado valor de los seguros en estas zonas y a la vulnerabilidad de las infraestructuras.

viernes, 2 de mayo de 2008

Hallan en Argentina restos fósiles de armadillos de 800.000 años

Restos óseos de tres ejemplares gigantes de armadillos que vivieron hace 800.000 años fueron descubiertos en la provincia de Buenos Aires, informó el Museo Paleontológico de San Pedro (170 km al norte de la capital argentina) en un comunicado.

Los restos de los armadillos prehistóricos, de la especie 'glyptodon munizi', aparecieron en una cantera de extracción de tosca, en un estrato ubicado a 15 metros de profundidad. Las piezas consisten en "huesos fosilizados de tres ejemplares que fueron extraídos de sedimentos finamente laminados que se habrían depositado en el fondo de un pantano que luego se secó formando delgadas láminas", señaló.

"Se logró extraer un ejemplar con un 90% de su esqueleto en óptimo estado de preservación, el cráneo, mandíbula y fragmentos de costillas de un segundo ejemplar y un húmero, una escápula y algunos huesos de las extremidades de un tercer individuo", indicó el texto del museo.

El animal más completo tiene detalles desconocidos de esta especie, como un grupo de placas óseas que protegían la zona del vientre y una gran cantidad de huesos diminutos que estuvieron incrustados en la piel de los pómulos, llamados 'osteodermos', que evitaban que fuera desgarrada por el ataque de depredadores.

Se trata de los primeros restos óseos obtenidos de esta especie de mamíferos, cuya existencia estaba probada sólo por el hallazgo de partes de la coraza que los cubría, pero se ignoraba la forma de su esqueleto.

Los 'Glyptodon munizi' eran herbívoros que pesaban más de una tonelada, medían unos tres metros de largo y su cuerpo estaba cubierto por una gruesa coraza que, en algunos sectores, tenía unos cinco centímetros de espesor, cuyos bordes terminaban en una serie de púas óseas.
La región donde se hicieron las excavaciones se encuentra sobre la margen derecha del río Paraná y presenta grandes depósitos de sedimentos del Pleistoceno medio a superior, con grandes reservas de mamíferos fósiles.
Fuente: LA FLECHA